La amatista

La palabra amatista proviene del griego "améthystos", que significa "contra la embriaguez", pues en la antigüedad se usaba para ese fin. Su creación se atribuye, en la mitología griega, a Dioniso, que perseguía a una mujer llamada Amathystos, pero ante su plegaria de seguir casta, Artemisa la convirtió en una roca blanca. Dioniso avergonzado, vertió vino sobre la roca tiñendo sus cristales de color lila.
Durante la época greco-romana se usaban anillos engarzados en bronce, ya que se creía que protegían del mal. Leonardo Da Vinci afirmaba que alejaba los malos pensamientos e incrementaba la inteligencia. En la época del cristianismo este mineral se utilizó como símbolo de renuncia a los bienes materiales y es por eso que hoy en día muchos obispos y cardenales la llevan en forma de anillo.
La amatista aporta bienestar general, armonía, paz y equilibrio. Actúa como antidepresiva, purificando cuerpo y mente. Alivia la tristeza y la pena y nos ayuda a superar bloqueos, obsesiones y miedos. Elimina los complejos de inferioridad y potencia nuestra propia personalidad.
Estimula la inteligencia y nos ayuda a tomar decisiones, dándonos paciencia y buen juicio. Además, potencia nuestras capacidades psíquicas, abriendo nuestra intuición y reforzando nuestros dones psíquicos.
Este mineral nos protege de las pesadillas recurrentes, el ataque psíquico y de la negatividad energética de las otras personas.
Actúa sobre el sistema nervioso regulando el sueño y mejorando el descanso. Alivia los dolores de cabeza y las tensiones. Mejora el asma y la artritis. Ayuda a equilibrar los niveles de azúcar además de ser buena para el hígado, el páncreas, el bazo y el intestino, regulando la flora y eliminando parásitos.
Este mineral se puede utilizar para armonizar el sexto y el séptimo chakra, colocándola en el lugar correspondiente al chakra que se desea trabajar.
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